MÚSICA DE JULIA VOLKOVA

viernes, 18 de marzo de 2011

CATHARINA BENINCASA

Catharina Benincasa


Catharina Benincasa había nacido en Siena en una familia de clase acomodada.

Recién iniciada su adolescencia, el fallecimiento de dos hermanas parece haberle inducido intensos sentimientos de culpa e incrementado ardorosamente una vida religiosa. Sus deseos de entrega exclusiva a Dios y a Jesucristo chocaron frontalmente con los planes y apetencias de sus padres, quienes la empujaban a casarse. Esta situación la condujo a un rotundo aislamiento, encerrándose en su habitación, donde se flagelaba tres veces al día con una cadena de hierro, una por sus pecados, otra por su vida y una tercera por la muerte. Se azotaba durante una hora y media y discurriendo la sangre desde sus hombros hasta sus pies. Nunca le había gustado la carne especialmente pero empezó a rechazarla por completo. Hacía los 16 años de edad subsistía de pan, agua y vegetales crudos. Sólo vestía prendas de lana bastas. El cinturón de hierro que rodeaba sus caderas irritaba su piel. Durante tres años se impuso un silencio total sólo interrumpido por sus confesiones. Su sueño se reducía a treinta minutos cada dos días sobre una tarima de madera. Durante toda su vida, se mostró intensamente preocupada por los problemas de la iglesia católica y las formas de vida religiosa. Por fin consiguió su propósito de ingresar en la orden dominicana, concretamente en la congregación de las hermanas de la penitencia. Con ciertas oscilaciones iniciales, su austeridad alimentaria se mantuvo permanentemente. Cuando contaba 27 años de edad su confesor hizo una descripción de su estilo de vida:




...su estómago nada podía digerir y su calor corporal no consumía energía; en
consecuencia, todo cuanto ingería precisaba salir por el mismo lugar por donde
entraba; en caso contrario, le causaba agudo dolor e hinchazón de todo su cuerpo.
La santa virgen no tragaba sino las hierbas y cosas que masticaba; sin embargo,
puesto que era imposible evitar que algún atisbo de alimento o jugo descendiera hasta
su estómago y porque voluntariamente bebía agua fresca para calmar su sed, estaba
obligada cada día a vomitar lo que había comido. Para ello, regularmente y con gran
dolor insertaba tallos de hinojo y otras plantas en su estómago, siéndole de otro modo
imposible vomitar. Pese a quienes la desacreditaban y particularmente se
escandalizaban por sus ayunos, mantuvo este estilo de vida hasta la muerte.
El 1 de enero de 1938 mientras meditaba acerca de la circuncisión de cristo y de su preciosa sangre, decidió añadir a su lista de austeridades el no beber más agua. El día 29 de ese mismo més acabó definitivamente su abstinencia alimentaria. Su muerte sobrevino tres meses después tras un período de convulsiones y probablemente un estado comatoso.

1 comentario:

  1. PRESIOSA SANGRE????!! estas demente!!!!!! como puedes ser tan atorrante insultando el nombre de Jesus asi??????????!!!!!!!!!!! te vas para el infierno!!!!

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