La princesa Margarita
En la Europa central, concretamente en Hungría, discurrió la vida de una famosa ayunadora voluntaria, la princesa Margarita. Su padre hizo votos de dedicar su hija al servicio de Dios si Hungría salía bien parada de la invasión de los tártaros que entonces padecía. Cuando los invasores abandonaron el país, su padre construyó un convento dominicano en el que debía desarrollarse la vida de Margarita.
Allí la princesa se entregó a una vida de austeridad casi absoluta, ayunando, privándose de sueño y dedicándose exhaustivamente a las tareas domésticas. A menudo se sentaba a la mesa con el resto de la comunidad pero no probaba bocado. Tras servir a sus hermanas el almuerzo en el refectorio, se retiraba para entregarse a sus plegarias mientras ellas comían. Nunca permanecía inactiva. Pasado algún tiempo, el padre pretendió que su hija se desposara con un príncipe.
Margarita se negó, intensificando su restricción alimentaria y prescindiendo de su aseo personal. Murió en 1271 a los 28 años de edad, tras un acceso febril, con una mente clara y alerta y un cuerpo exhausto.
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